MATEO HERNÁNDEZ
Mateo Hernández Sánchez nació en la villa de Béjar, perteneciente a la provincia española de Salamanca, el 21 de septiembre de 1884 (día de San Mateo).
Desde niño se forjó como aprendiz de su padre, cantero de profesión:
"A los 7 años me divertía grabando figuras de personas y animales sobre bloques de granito..." A partir de 1895 trabajó con su padre en la cantera, tallando los capiteles de las columnas de la fachada sureste del Casino Obrero de Béjar y el escudo de dicha villa en la fachada de la Escuela de Artes y Oficios.
Nace así su vocación a la talla directa de la piedra.
Posteriormente y tras unos pocos años como alegre aventurero por el sur de España, dada su afición a los toros ("Mateo Hernández. L`enfant et le taureau de course". F. Carton), regresó en 1902 a su villa natal para matricularse en la "Escuela de Artes e Industrias" donde daba clases de dibujo su hermano Román. En los primeros años del siglo XX realizó la talla directa de tres imágenes de Cristo.
En 1905 iniciará un desafortunado matrimonio, con posible infidelidad de su mujer, que le hará abandonar Béjar y marchar a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (octubre, 1906), tras breve estancia en Salamanca donde valorará la escultura en piedra de sus monumentos: "el más maravilloso museo al aire libre".
Desalentado de la Escuela madrileña regresó a Salamanca donde no encontró apoyo para su realización artística y decidió viajar a París en 1911 al encuentro de un Rodin que para él estuvo ausente...
En 1912 conoció a la maestra francesa Fernande Carton Millet, su auténtica musa, que se convertirá en fiel compañera y modelo hasta la muerte del artista. Este año viajó por última vez a España, que abandonará definitivamente el 21 de setiembre de 1913 para residir en París.
Instalado en el barrio latino de Montparnasse inició su etapa escultórica autodidacta basada en su pasado de cantero. Su amada Fernande le animará a tomar dibujos del natural del "Jardin des Plantes", un auténtico zoológico, donde encontrará sus mejores modelos animalísticos para sus futuras esculturas. Años antes, en su tierra vetona salmantina, había apreciado los famosos toros o verracos celtibéricos, igualmente fuente de inspiración.
También el Museo del Louvre se convertirá en su maestro con las esculturas del antiguo Egipto y Mesopotamia, así como las camboyanas (Khemer) del Museo Guimet: "Yo siento un gran cariño por todo lo creado por los pueblos asiáticos". "El mejor canto que se ha escrito sobre la juventud es el que han cincelado y construido los escultores y arquitectos indochinos" de claro influjo indio-budista. Y escribirá: "Los escultores egipcios comprendieron de modo admirable la escultura espacial y nos legaron un ejemplo maravilloso de comprensión íntima entre la Escultura y la Arquitectura" (1926).
En París conoció a diversos artistas y escritores de prestigio. Y tuvo contacto con otro artista salmantino: el gran pintor expresionista del siglo XX -e inicialmente escultor- Celso Lagar (1891-1966), nacido en Ciudad Rodrigo, y con la mujer de éste, la escultora animalista francesa Hortense Begué.
"¡Celso... de tu lagar hemos destilado un mosto rico, vigoroso, enólico, con cuerpo... y no un simple moscatel!" (Garpal).
La primera obra de Mateo Hernández en Francia será una pequeña cierva en caoba. Otra de sus primeras obras fue la "Gacela dormida" en granito negro que vendió a la Embajada Española en 1915.
Después de la Primera Guerra Mundial empezó a exponer sus obras en el Salón de Artistas Independientes y en el Salón de Otoño: "Cabras de Marruecos" (bajorrelieve), "Corza arrodillada", "Leona dormida" (o "que llora"), "Gacela dormida", etc. Todas ellas en talla directa de la piedra, modalidad a la que se entregará definitivamente: "Yo reivindico de una manera absoluta el método de la talla directa..."
Se constituye así en uno de los grandes maestros escultores en talla directa de su tiempo.
A comienzos de 1921 vendió su magnífica "Pantera de Java" (1920) en granito negro al barón de Rothschild. Esta será la primera de otras magníficas panteras en piedra y el inicio de su reconocimiento como gran escultor en París.
Pero esto no supuso una gran mejoría de su precaria situación económica y de su vida austera, teniendo en cuenta el deseo de conservar para sí y, posteriormente, para España y la humanidad la mayoría de su obra artística: "Todo esto es gloria para España pero yo vivo de milagro para poder continuar produciendo pequeñas cosas".
No obstante, con su esfuerzo y la ayuda inestimable de su amada Fernande Carton, pudo hacerse con una casa-taller amplia en la villa de Meudon, cerca de París, para continuar su ingente obra escultórica en 1928.
Poco a poco su fama traspasó las fronteras europeas. Así la revista estadounidense International Studio (1922) dirá que "Mateo Hernández es el más grande escultor animalista de los tiempos modernos..."
Aunque su mayor obra fue la escultura de animales también realizó una importante obra de retratos o bustos en piedra, empezando por varios de su compañera Fernande y de otros amigos y afamados escritores como el premio Nóbel Miguel Angel Asturias, así como sus autorretratos.
A destacar sus bañistas, sobre todo la gran "Bañista" de 1925 en granito rosa que tuvo como modelo a su fiel amiga Fernanda. La terminó tras laboriosa dedicación: "Este trabajo es penosísimo...", pero "esta estatua dará una nota nueva en mi arte".
Ese mismo año la colonia bejarana en la Argentina hace colocar una placa de mármol en Béjar: "Mateo Hernández. Insigne escultor bejarano".
Durante la década de los años 20 del pasado siglo expone con regularidad su obra animalística y también sus retratos en los salones parisinos. Así en 1923 es felicitado por el Ministro de Bellas Artes francés, lo que hace exclamar a Mateo: "Este es el éxito más grande de mi vida de artista tan llena de angustias y reservas".
Tras el injusto destierro político en la isla canaria de Fuerteventura del antiguo Rector de la Universidad de Salamanca y salmantino de adopción, Miguel de Unamuno, se entrevistó con él en Paris (1924): "He charlado algunos momentos con Unamuno e incluso protesté en tres diarios franceses a raíz de su destierro".
En 1925 obtiene el "Gran Premio de Escultura en Piedra" por una "Pantera", junto con otras esculturas de animales, durante la "Exposición Internacional de las Artes Decorativas" (Paris).
Para enero de 1927 se inaugurará en Madrid (Biblioteca Nacional) una exposición con obras del artista (24 de animales, 11 retratos y 2 desnudos), que fue organizada por la Sociedad Española de Amigos del Arte. No asistió a la exposición ni vendió una sola escultura: "Ni quiero hacer reproducciones, ni quiero comercializarme..."
Expuso con éxito en el Museo de Artes Decorativas junto al Louvre (1928): "Es un triunfo extraordinario ... esto supone la consagración oficialmente por Francia", escribirá a su amigo Emilio Muñoz.
Y ya en 1930 recibirá la máxima condecoración del gobierno francés: la "Cruz de Caballero de la Legión de Honor".
Por otra parte, sus gestiones para la nulidad matrimonial no tendrán éxito. Y tampoco solicitará más adelante el divorcio, pues pareció intuir que su matrimonio en España fue nulo y válida su relación amorosa con su amada Fernanda Carton, además de lo engorroso del proceso.
En 1935 pronunció una conferencia en el Instituto de Estudios Hispánicos de la Universidad de Paris: "La escultura en talla directa", su auténtico sello de identidad como artista. Ese año se expusieron en una galería de Nueva York varias obras suyas (esculturas y dibujos). Además, en España muere, al dar a luz, su única hija de la que se ha dicho dudó de su paternidad; pero tal aseveración no parece fundada en un buen fisonomista como él...
Aunque no perteneció a partidos políticos, la fratricida guerra civil española de 1936 le afectó hondamente, así como después la Segunda Guerra Mundial: "La guerra fue para Hernández, como para todos los intelectuales dignos y las gentes honradas, una horrorosa catástrofe" (F. Carton). Hemos de tener en cuenta que la auténtica "política" del poeta es la poesía, la del pintor la pintura, la del escultor la escultura y, en definitiva, la de un artista el propio Arte que debe guiar a la humanidad hacia la paz.
Durante la Guerra y después de la misma Mateo continuará participando en los salones de exposiciones parisinos con distintas esculturas: retratos, una "Pantera" en granito negro, la "Corza recostada", "Chimpancés (Maternidad)" y, especialmente, su "Autorretrato sedente" de estilo egipcio antiguo en diorita como pétreo faraón escultor, que presentó en el Salón de Otoño de 1945.
En sus últimos años de vida, ya más agotado, se dedicará principalmente al grabado y al dibujo. Sin embargo, acudió al Salón de Otoño con una de sus obras monumentales: "Gorilas (Maternidad)". Su salud se verá progresivamente resentida. Y así, trabajando con la intensidad y el tesón que le caracterizaron, fallece de un ictus en Meudon el 25 de noviembre de 1949.
Dejó en su testamento la donación de sus obras al Estado Español y sin renunciar a su nacionalidad española hasta la muerte. Sus restos mortales serán trasladados para recibir sepultura en su villa natal de Béjar el 16 de diciembre de ese mismo año. Posteriormente, en 1974, las cenizas de su amada y compañera Fernande Carton (fallecida en 1972) se trasladarán al sepulcro del cementerio bejarano junto al insigne escultor.
Pero fue en 1952 cuando llegó a Madrid el legado escultórico del artista a España (60 esculturas). Después de algunas vicisitudes la mayoría de sus esculturas se exponen al público en el "Museo Mateo Hernández" de Béjar (Salamanca. España).